Debo admitir que, no soy bueno para repeler a las personas que son amables. Si alguien es estúpido, tengo una gran habilidad para decirle algo hiriente y hacer que se aleje de mí, pero cuando se trata de alguien que no parece tener malas intenciones, y que no aparenta un punto débil, las cosas me son difíciles. Ayer fueron los vendedores de libros, pues, hoy serán los testigos de Jehová. Personas allegadas, o con quienes he compartido algún tiempo estando en mi casa, sabrán con certeza que, generalmente me cuesta dar pie a una conversación de despedida y hacer que se dejen de romperme las bolas.
Ayer un tipo vino hablando de una encuesta "rápida". Debí saber que la encuesta sería cualquier cosa excepto eso. Ceci y Pif estaban en el cuarto de al lado, y ya cuando me vieron darle pelota deberían haberme sinchado violentamente hacia atrás para después cerrar la puerta con ferocidad. Pero no lo hicieron, por lo que estaba perdido. Empezó con preguntas estúpidas sobre la cultura de los uruguayos, me hizo responder unas preguntas de preferencia literaria (debí haberle dicho "sólo leo los subtítulos de Padre de Familia"),y después sacó dos libros de la mochila y empezó a hablar de ellos. Mi "No, pero en serio, a mí no me gustan éste tipo de libros" no pareció importarle, por lo que siguió con su parafernalia.
Debo agradecer interminablemente a Ceci, que se hizo la boluda y me llamó desinteresadamente. Eso desencadenó un "veo que estás apurado, no te robo más tiempo", y produjo una reacción en cadena gloriosa, llamada "golpeapuertas desistidor".
Salir de esas situaciones puede ser la cosa más tortuosa y exhasperante a la que una persona se ve sometida, pero con los golpea-puertas religiosos las cosas parecen facilitarse infinitamente. Por qué? Porque de VERAS existe un punto débil, que de ser tocado, desencadenará la ecuación X, provocando la inmediata renuncia a venderte algo, o hacerte religioso.
Hace cinco minutos tocaron la puerta dos personas adultas mayores, vestidas con trajes impecables y un brillante pelo blanco. Antes de decir nada, dijeron "Te habrás dado cuenta que las cosas no andan bien, uno se ve sometido a muchas cosas a diario". Ahí me la vi venir. "Religiosos de mierda" pensé. Estaba en lo cierto. Se presentaron como Testigos de Jehová (sólo chuck norris sabe qué mierda realmente hacen), y me hablaron del mensaje de Dios y del diseño del universo. Vi ahí, mi oportunidad para safar de su aburridita charla de "Dios te ama, por qué Tú no?". "Yo no creo en Dios, no creo que haya creado el universo. Creo en el Big Bang y en la teoría de la evolución. Soy racionalista, no me importa Dios". Sus caras se tornaron duras y serias. "Bueno, no te queremos robar más tiempo, parece que te sacamos de la cama" (estaba descalzo, no por estar durmiendo, sino por el simple hecho de estarlo).
"Funcionó, CARAJO! FUNCIONÓ!" grité por dentro, mientras le estrechaba la mano al que habló (el otro sólo saludó con la mano, con terrible cara de boludo). Se fueron, y pude respirar. Fue la primera vez que me saqué a un golpea-puertas de encima tan rápido y con tan poca verguenza y/o malas palabras.
"Eso fue bizarro" pensé mientras subía de nuevo las escaleras, cagándome de la risa, y dispuesto a escribir un libro sobre la ecuación que le salvará la vida a millones de personas.
(O al menos su tiempo)